Por un turismo inclusivo y no solo accesible

PDF / Imprimir
Email
WhatsApp
Facebook
Twitter

La Primera Cumbre de ONU Turismo para África y las Américas, celebrada en República Dominicana, promovió el turismo sostenible y la cooperación entre ambas regiones.

La Primera Cumbre de ONU Turismo para África y las Américas, de la que el país fue anfitrión a principios de octubre, abordó temas y construyó un discurso que perfilan con claridad el turismo que los países de ambos continentes incorporan a sus agendas de desarrollo.

Su lema "Promoviendo la cooperación Sur-Sur a través de la inversión en educación, cultura, industrias creativas e innovación", fue en sí mismo una declaración de propósitos con el turismo como dínamo. No cualquier turismo, sino uno sostenible, que respete el entorno medioambiental y que, recuperando el patrimonio histórico y cultural común, tienda puentes entre ambas regiones.

Sin embargo, en la riqueza de las exposiciones y debates, resumida en la Declaración de Punta Cana, se echa en falta un aspecto sobre el cual la propia ONU Turismo ha planteado que debe estar en el centro de toda política de turismo sostenible y responsable: la accesibilidad.

A tenor con estas directrices, y dada la alta cifra mundial de personas con algún tipo de discapacidad con el poder adquisitivo que les permite ser viajeras, la industria turística ha puesto la mira en ellas y comenzado desde hace algunos años a estructurar una oferta orientada a satisfacer sus necesidades.

La República Dominicana no es ajena a esta tendencia, y aunque quizá todavía sin un énfasis ajustado a la importancia de la industria y a los planes de largo plazo, realiza esfuerzos notorios para mejorar la accesibilidad de sus servicios e instalaciones.

Un significativo número de hoteles ya ha modificado su infraestructura física y tecnológica facilitando el uso de sus espacios y recursos a las personas con discapacidad, incluyendo sus playas, para las que disponen de sillas de rueda anfibias.

También lo han hecho los principales aeropuertos. El Internacional de Punta Cana cuenta con rampas de acceso y facturación prioritaria para viajeros con movilidad reducida, y el Internacional de las Américas con señalización podotáctil en puntos críticos. Son apenas dos ejemplos, entre muchos que pueden citarse, de las cada vez más numerosas medidas del sector en beneficio de las personas con discapacidad.

En esa línea de avances, la accesibilidad será formalmente incluida como objetivo en la Estrategia Nacional de Sostenibilidad del Sector Turístico cuya elaboración fue anunciada hace cinco meses por el Ministerio de Turismo, lo que dará carácter orgánico a lo que hasta hoy es iniciativa empresarial.

¿Pero es lo mismo accesibilidad que inclusión? Muchos tienden a confundirlas. Si bien la accesibilidad crea condiciones para la inclusión no la sustituye ni, mucho menos, la constituye. Ascensores más espaciosos, rampas menos inclinadas, transporte adaptado, puertas más anchas, son elementos materiales que sirven al disfrute, pero aún están lejos de reconocerlo como un derecho de todos, con absoluta independencia de la condición individual. De lo que se trata es de elaborar una estrategia que considere al turista con discapacidad en su dignidad de persona, no como mera oportunidad de negocios.

Por otra parte, las adaptaciones propiciadas por la industria turística dominicana benefician casi exclusivamente a las personas con discapacidad motriz, dejando de lado otras condiciones como, por ejemplo, la discapacidad intelectual o visual.

Incorporado a la estrategia de crecimiento y sostenibilidad del sector, el turismo inclusivo dominicano requerirá de sus actores hacer causa común con quienes, desde distintos espacios, promueven un cambio de la cultura social frente a la discapacidad. El acercamiento de hoteleros, restauradores y turoperadores permitiría intercambiar visiones y experiencias en favor de una oferta integral que implica, entre otras cosas, la formación y concienciación del personal a cargo.

Restringir las mejoras a la infraestructura y privilegiar una sola condición de discapacidad servirá como nicho de negocios, pero no producirá el cambio actitudinal que derribe prejuicios y universalice el disfrute del viaje. En otras palabras: habrá accesibilidad para algunos, pero no inclusión para todos.