Doctora Demetria Rosario, profesional con la cabeza y el corazón en la Fisiatría

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“Esta profesión, a la que ingresé por una dioscidencia, se convirtió en mi pasión y me ha dado momentos inolvidables”.

Al apóstol de la independencia de Cuba José Martí pertenece la frase que reza “Honrar, honra”. Convertida en sentencia moral, su paternidad se pierde en la extensión del uso. Lo que no ha perdido desde que fuera escrita en julio de 1881, es la lección de humanismo que encierra.

Quien honra, se honra, y eso ha hecho la Sociedad Dominicana de Fisiatría al dedicar a la doctora Demetria Rosario el “XIII Congreso Nacional y Vlll Congreso de las Antillas Mayores de Medicina Física y Rehabilitación”, cuyo tema central fue “Mujer y Rehabilitación”.

En vísperas del Día Internacional de la Mujer y con motivo de conmemorarse en marzo el mes de la rehabilitación, el reconocimiento a la doctora Rosario, encargada de la División Médica del CAID-SDO, también exaltó su valor como mujer, y así lo expresó la presidenta de SODOMFI, Mariel Alberto Marte, quien ponderó la profesionalidad de Rosario, calificándola de referente nacional e internacional de la Fisiatría.

«Cuando inicié mis estudios, la rehabilitación era un tema que se desconocía en nuestro país y había pocos espacios para practicar. Nadie pensó que una mujer que salió de un batey de La Romana, donde nací y me crié, llegaría tan lejos. Me llena de orgullo ver cuánto ha crecido esta rama de la Medicina», dijo la profesional al agradecer la distinción de la Sodomfi, de la cual fue presidenta.

En el CAID nos sentimos orgullosos de contar con su experiencia profesional y su calidad humana.

¿Qué es la Fisiatría?

La Fisiatría, también conocida como Medicina Física y Rehabilitación, es una especialidad médica que se ocupa de la educación y prevención de la discapacidad que afecta al sistema neuro-musculo-esquelético, de la evaluación, diagnóstico, programación de plan terapéutico, intervenciones farmacológicas y seguimiento de los pacientes que tienen condiciones que afectan la movilidad y fuerza muscular causando limitaciones de la función o discapacidad, sea temporal o permanente.

El especialista en Fisiatría, o sea, el fisiatra, es responsable de coordinar las acciones que deben ser realizadas por el equipo multidisciplinario que aborda dichas condiciones. Su entrenamiento requiere estudios posgrado en una residencia médica de tres o cuatro años de duración. Posteriormente, se puede realizar cualquier subespecialidad como rehabilitación pediátrica, de ancianos o geriátrica, ortopédica (que es la más conocida y utilizada en nuestro país) incluyendo rehabilitación de amputados, cardiaca, pulmonar, de suelo pélvico, reumatológica, electrodiagnóstico, medicina deportiva, lesionado medular, entre otras, que requieren al menos un año adicional de formación.


¿Cuáles condiciones de discapacidad necesitan la atención de un fisiatra?

Absolutamente todas las condiciones de discapacidad neuro-músculo-esquelética deben ser evaluadas, diagnosticadas y planificadas su intervención terapéutica por un fisiatra, que también dará seguimiento a la evolución de la condición. El médico fisiatra, por su formación académica, puede y debe manejar las limitaciones y/o discapacidades resultantes de la disfunción de cualquier tejido, órgano o sistema corporal.

¿Cuál es la diferencia entre fisiatría y fisioterapia y cómo se complementan?

Habiendo definido lo que es un fisiatra, definimos entonces al fisioterapeuta, terapista físico o kinesiólogo como un profesional de la salud, no médico,  pero con estudios universitarios de licenciatura que tiene como función dentro del equipo multidisciplinario de rehabilitación de realizar la evaluación funcional del paciente con limitación o discapacidad, desglosar y aplicar el plan terapéutico para obtener objetivos específicos, entrenar a la familia para actividades a realizar en el hogar.

El fisioterapeuta enfatiza las acciones encaminadas a desarrollar o potenciar el movimiento corporal, las posturas, el equilibrio y coordinacion, la ambulación. De modo que ambos, tanto fisiatra como fisioterapeuta, son miembros indispensables en el equipo rehabilitador con funciones muy definidas: el fisiatra evalúa, diagnostica, prescribe terapias, medicamentos, etc, da seguimiento a los resultados de las intervenciones, mientras que el terapeuta es responsable de la aplicación correcta de las terapias indicadas.

¿Qué se puede esperar de este tipo de intervención en los casos de parálisis cerebral, trastorno del espectro autista y síndrome de Down?

En los pacientes con parálisis cerebral y síndrome de Down, condiciones que cursan con discapacidad motora, la evaluación del fisiatra para establecer severidad, capacidades residuales, planificar intervenciones, así como del fisioterapeuta para aplicar modalidades de tratamiento tendentes a desarrollar habilidades al máximo posible, son piedra angular en el manejo de estos pacientes.

En los pacientes con autismo, que generalmente no cursan con trastornos motores, esta intervención no se hace tan necesaria. Todas ellas son condiciones permanentes, que varían en grado de severidad, así que los objetivos de tratamiento nunca serán la cura de la condición, sino la adquisición de habilidades al máximo posible de acuerdo a la severidad de la condición, al tiempo de inicio de las intervenciones terapéuticas y la adherencia a los programas terapéuticos.

Visto en perspectiva, ¿qué tanto hemos avanzado en fisiatría en la República Dominicana y hacia dónde debemos encaminarnos?

Los servicios de rehabilitación en general nacen en el país en la década de los años sesenta del pasado siglo con la fundación de la Asociación Dominicana de Rehabilitación, organización no gubernamental sin fines de lucro que brindaba inicialmente servicios a niños que habían padecido enfermedad de polio y habían quedado con secuelas paraliticas. No había en ese tiempo profesionales formados ni escuelas para su formación, así que muchos fuimos enviados al extranjero a formarnos y otros fueron entrenados en el país por profesionales voluntarios que venían a trabajar y entrenar a los nacionales. Para mejorar el acceso, esta institución desarrollo numerosas filiales en provincias,  llegando en la actualidad a cubrir casi toda la geografía nacional con sus más de 30 filiales.

En la década de los años ochenta se inicia la primera residencia de Fisiatría en el Hospital José María Cabral y Báez, de Santiago, con el aval académico de la PUCMM y, años más tarde, se desarrolla en la misma universidad la carrera de Fisioterapia, ambas aún vigentes. Para 1986, la Asociación Dominicana de Rehabilitación (ADR), juntamente con INTEC, desarrolla programas de especialización en Fisiatría en Santo Domingo, con tres años de duración y de los cuales se realizaron dos rondas, graduando a una gran cantidad de fisiatras para suplir las necesidades creadas por la apertura de filiales de la organización y de servicios en hospitales públicos.

Para 2002 abre sus puertas la Escuela de Rehabilitación de la Universidad Católica Santo Domingo que forma profesionales en terapia física y en terapia ocupacional.

En 2004, el Hospital General Plaza de la Salud y la Universidad Iberoamericana inician la residencia de Medicina Física y Rehabilitación en Santo Domingo. Recientemente el Hospital Dr. Ney Arias Lora abrió una residencia médica en Fisiatría. De manera que, aunque aún falta mucho, se ha caminado un gran trecho en materia de disponibilidad de profesionales, escuelas de formación, tecnología de punta y aplicación de protocolos terapéuticos acordes a los tiempos actuales. A futuro, la rehabilitación deberá seguir extendiéndose por todo el país con la instalación de servicios para mejorar la accesibilidad que es un derecho de todos.

¿Podría hablarnos de alguna experiencia particular vivida en el proceso terapéutico con algún niño o niña usuario del CAID? 

Las experiencias vividas son innumerables e invaluables, en el CAID, en la ADR, en la práctica privada, en las aulas como instructora de profesionales. Esta profesión, a la que ingresé por una dioscidencia, se convirtió en mi pasión y me ha dado momentos inolvidables, pero lo que más valoro es la respuesta de la familia cuando atiendes a su hijo o hija, cuando le das información sobre la condición que padece y lo que podemos hacer, así como la sonrisa de mis pacientes pediátricos cuando me ven o el agradecimiento de los no tan pequeños cuando reciben alivio a sus dolencias. ¡Eso no tiene precio!