Red CAID: Hacia un nuevo modelo de atención más eficiente

PDF / Imprimir
Email
WhatsApp
Facebook
Twitter

Para definir el tiempo de permanencia, los usuarios serán clasificados en cuatro grupos de atención según la edad, severidad de la condición, red de apoyo y disponibilidad en su entorno de servicios comunitarios.

Único centro público especializado en síndrome de Down, trastorno del espectro autista y parálisis cerebral, sobre la eficiencia del CAID se fija la inquisitiva mirada de la ciudadanía. Razones sobran: en el país, los servicios de atención a la discapacidad son escasos y caros.

Con la inauguración de la sede en Santo Domingo Oeste hará pronto diez años, el CAID abrió una brecha a la esperanza, especialmente en los hogares en desventaja social, para los cuales el tratamiento privado era, y sigue siendo, inasequible. La intención que animó el proyecto fue ofrecer la mayor cobertura posible, conscientes la institución y sus gestores de que la demanda sobrepasaba con creces la oferta. Las sedes en Santiago y San Juan de la Maguana, inauguradas posteriormente, no cambiaron el panorama.

El modelo de atención, en cierto modo experimental dada la novedad del servicio, traía consigo su propio lastre: la permanencia de los niños y niñas en función de la edad (el egreso se producía a los doce años) y no de sus necesidades terapéuticas.

Se obvió que las condiciones de discapacidad atendidas por el CAID son permanentes y que, dada esta circunstancia, el desarrollo de habilidades alcanza siempre un techo más allá del cual el progreso es casi nulo. Prolongar la atención bloqueó el ingreso de nuevos niños y niñas e hizo imposible la frecuencia de la rotación. Consecuencia inevitable fue una lista de espera nutrida sin pausa por la demanda y el descontento de las familias que desesperaban por beneficiarse del servicio.

El nuevo modelo, en proceso de adopción por el CAID, busca desatar este nudo gordiano. A partir de ahora, los programas de intervención se ofrecerán por un tiempo definido, de modo que, logrado los objetivos del plan individualizado, aumenten los egresos de niñas y niños y, por ende, aumente su contraparte, los ingresos.

Para definir el tiempo de permanencia, los usuarios serán clasificados en cuatro grupos de atención según la edad, severidad de la condición, red de apoyo y disponibilidad en su entorno de servicios comunitarios. El primer grupo estará conformado por menores de cinco años con grandes necesidades terapéuticas y con redes de apoyo deficientes. El segundo, por los que tienen necesidades medianas y redes de apoyo insuficientes. El tercero, por aquellos cuyas necesidades son pocas y cuentan con redes de apoyo aceptables, y el cuarto,  por niños y niñas con grandes necesidades terapéuticas y con muy mal pronóstico  funcional o de vida.

La duración de los programas variará según el grupo clasificatorio. En todos los casos, este tiempo se independiza de la edad del niño o la niña para atender solamente a los resultados obtenidos durante el proceso habilitante.  Logrado el máximo desarrollo posible de las habilidades, que serán periódicamente evaluadas, se le dará el alta. Vale decir que este nuevo modelo aumenta la frecuencia de las terapias para alcanzar las metas en el menor tiempo posible.

Piedra angular del enfoque es el entrenamiento a la familia, ofrecido desde el inicio de la admisión, para dotarla, entre otras cosas, de herramientas para el manejo óptimo de las exigencias rutinarias de la condición del infante.

El CAID no cree haber encontrado la panacea con este modelo. Sin duda, ha dado pasos certeros, pero aún enfrenta desafíos que desbordan los marcos teóricos y las prácticas institucionales. Entre los más importantes, por sus muchas implicaciones personales y sociales, está el egreso de usuarios que han recibido una atención prolongada y cuyas familias podrían resistirse al cese del servicio. De ellas se espera conciencia social y solidaridad con los niños y las niñas que permanecen en lista de espera.